Gary Rodríguez, gerente General del Ibce. Foto Gary Rodríguez
El camino para controlar la inflación no solo será bajar el déficit fiscal, sino, alentar la inversión para generar más producción y dólares a través de la libre exportación, asegura el gerente General del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), Gary Rodríguez.
“Para bajar la inflación hay que reducir el déficit fiscal, así también, alentar la inversión, producción y exportación”, asegura Rodríguez en su artículo de opinión “Más inversión, producción y libre exportación: menos inflación”.
El Gerente General del IBCE, con ayuda de la inteligencia artificial, identificó tres ideas que provocan la inflación galopante, que registra la economía boliviana en la presente gestión, que pasó ya el estimado por el gobierno, de 7,5%.
A las preguntas: ¿Es cierto que el exceso de dinero en la economía es el único factor que explica la inflación en un país? ¿Es siempre el déficit fiscal la causa de un proceso inflacionario? (…), le pedí que argumente si estaba de acuerdo de que hay otros factores que explican la inflación, y que respaldara con autores y ejemplos, que la inflación no es solamente un fenómeno monetario, señala en su comentario.
Resumo la evidencia en tres ideas claras:
Pero, la IA no se quedó ahí, ella misma se preguntó: ¿Qué dice la evidencia y la teoría “bien leída”, sobre la inflación? Y, se contestó: Milton Friedman dijo que “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”, pero la interpretación hoy en día es que esto aplica a inflaciones persistentes: sin una expansión monetaria, los shocks no se vuelven inflación sostenida, pero, en el corto plazo, los shocks de oferta sí mueven precios y salarios, un factor real, no monetario.
Dijo que, según Sargent & Wallace (1981) y la “Aritmética monetarista desagradable”, aun con un Banco Central estricto, una política fiscal expansiva produce inflación futura.
Finalmente, como “lecciones aprendidas”, entre 2021 y 2023, el estudio de Bernanke & Blanchard (Brookings) cuantificó para Estados Unidos y otros 11 países, que la energía, cuellos de botella en la economía y cambios sectoriales derivados de la pandemia, explicaron el grueso del salto inflacionario inicial, a lo que se sumaron luego las expectativas de la gente. Y, que un trabajo del (Fondo Monetario Internacional )FMI (2025) mostró que el shock energético del 2021-2022, tuvo un traslado a la inflación comparable a episodios previos, y que la guerra en Ucrania amplificó la subida de precios de los alimentos y combustibles. Finalmente, que la credibilidad y el manejo de las expectativas y reglas monetarias (Woodford, “Interest and Prices”) pueden trastocar un shock transitorio, en persistente, sostiene Rodríguez.
Respecto a Bolivia, dijo algo muy importante: A la luz de la evidencia reciente, el país acumuló déficits fiscales persistentes, por más de diez años, sin alta inflación, mientras hubo un tipo de cambio fijo y subsidios estatales; el salto inflacionario se dio al faltar dólares y emerger una alta brecha con un dólar caro en el mercado negro, fue esa devaluación de facto la que hizo encarecer las importaciones y los alimentos, lo que se trasladó a los precios, aunque ello no contradice a Friedman, bien interpretado.
En suma, decir que “la inflación es esencialmente un problema monetario” es cierto para la persistencia del fenómeno por el aumento de la cantidad de dinero, sin que crezca la producción, pero decir que solo el exceso de dinero la explica, es una afirmación reduccionista: La evidencia a nivel global y de Bolivia, muestra a los shocks reales (energía, guerra, cadenas de suministro, devaluaciones y escasez de dólares) como detonantes, y a la política monetaria/fiscal y a las expectativas como mecanismos incidentes sobre la inflación.
Esta conclusión debe resultar esclarecedora para que el próximo gobierno sepa que el camino a seguir para controlar la inflación no solo será bajar el déficit fiscal, sino, alentar la inversión para generar más producción y dólares a través de la libre exportación, concluye.