
En un contexto donde la urgencia por reducir emisiones y repensar las ciudades es cada vez mayor, startups como Bee Zero representan el espíritu del triple impacto: generan rentabilidad, contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas y protegen el medio ambiente. Su modelo integra tecnología, financiamiento inclusivo y capacitación, demostrando que la innovación empresarial puede ir de la mano con un cambio real en la sociedad. En entrevista con Bolivia Emprende, Miguel Fernández nos relata la historia de Bee Zero, su historia de éxito, así como los desafíos que afrontó y las lecciones aprendidas en el desarrollo de su startup.
Bee Zero nace como resultado de una década de experiencia en electromovilidad y ocho años liderando soluciones de logística de última milla con Eco Delivery. Vimos que Bolivia necesitaba un modelo inclusivo y escalable para que más personas y empresas pudieran acceder a vehículos eléctricos, no solo como usuarios, sino como propietarios e inversionistas. Apostamos por un transporte 100 % eléctrico porque reduce drásticamente la huella de carbono, genera un impacto claro y cuantificable, disminuye los costos operativos y abre oportunidades para una movilidad más segura, limpia y eficiente en nuestras ciudades.

Miguel Fernández, CEO de Bee Zero
Elegimos el nombre Bee Zero porque buscamos llamar a la población a ser “Zero” emisiones, “Zero” ruido y “Zero” combustibles fósiles. Cuando pensábamos en el nombre Zero, nos dimos cuenta de que queremos que todos se unan a este movimiento: “sé cero” (be zero). Y como las abejas, aunque pequeñas, pueden lograr cambios significativos, incorporamos la palabra “Bee” como un llamado a todos a ser parte de este cambio.
Bee Zero busca reducir el consumo de combustibles fósiles, las emisiones de gases de efecto invernadero, generar fuentes de empleo con énfasis de género y cerrar la brecha de acceso a la tecnología. Ofrecemos acceso a una flota de vehículos eléctricos compartidos para que conductores y conductoras puedan generar ingresos. Nuestra visión a largo plazo es consolidarnos como la plataforma líder en movilidad eléctrica compartida en Latinoamérica, integrando tecnología, financiamiento inclusivo y capacitación para empoderar y mejorar las condiciones de vida de nuestros drivers, escalando un modelo probado y rentable.
Sí, ofrecemos distintos tipos de servicios adaptados en función del segmento. Para personas, brindamos acceso flexible a vehículos eléctricos de alta gama bajo modalidad de alquiler con pago por comisiones de viajes realizados, más convenios con las principales plataformas de transporte y empresas logísticas. Para empresas, ofrecemos soluciones de transporte y logística con un compromiso ambiental, económico y social positivo. Y para inversionistas, implementamos el modelo de propiedad fraccionada, que permite compartir la propiedad de un vehículo eléctrico y recibir retornos proporcionales de su uso.
Adaptamos cada propuesta según las necesidades del segmento y sus expectativas, asegurando que el acceso sea financiero, operativo y tecnológico, garantizando que todos puedan acceder a la movilidad eléctrica sin barreras tecnológicas ni financieras.
Contamos con una flota de 10 vehículos eléctricos BYD, cada uno utilizado por hasta 3 conductores al día. Aunque aún somos una flota pequeña, nos enfocamos en servicios de transporte y logística para empresas. Los usuarios valoran la potencia, el silencio, la autonomía de 300-400 km y el confort.
Inicialmente utilizamos la electrolinera de Elfec, pero al tener solo una disponible construimos nuestra propia electrolinera con capacidad para 5 vehículos en el centro de Cochabamba. El mantenimiento se realiza con técnicos especializados gracias a nuestra alianza con BYD.
De acuerdo al lider de la startup, en dos años de funcionamiento de Bee Zero se alcanzaron los siguientes resultados de impacto:
Los conductores destacan los ingresos que generan, el ahorro (hasta 80 % en costos de energía frente a gasolina y no depender de combustibles fósiles), el cuidado y soporte que tiene el equipo de Bee Zero con ellos y el confort de manejo. Por otro lado, nuestros inversionistas valoran la estabilidad de los retornos, el crecimiento y el potencial de expansión.
Comenzamos con BYD y luego sumamos a Yango, InDrive, ONGs que nos apoyaron con garantías y préstamos, y empresas como CBN con las que estamos probando nuevos tipos de vehículos eléctricos. Con los resultados presentados estamos en conversaciones diferentes instituciones para ampliar nuestra flota y poder expandirnos por el eje troncal del país.

El lanzamiento de Bee Zero implicó abrir camino en un mercado donde no existían antecedentes de una flota eléctrica de trabajo, y esto implicó varios retos para la startup, como nos enumera Miguel:
Entre las lecciones aprendidas en este proceso se encuentran:
Actualmente operamos en Cochabamba, con planes de llegar a La Paz y Santa Cruz en los próximos meses. En 2026, a Perú, Paraguay y Chile. Además, ampliaremos la flota con nuevos tipos de vehículos eléctricos, incorporaremos inteligencia artificial para la gestión y lanzaremos una plataforma para conductores.
Utilizamos distintas herramientas y tecnología en función de las necesidades de procesamiento de datos, las principales son: Telemetría en tiempo real para controlar eficiencia y toma de datos, software de gestión de flotas e inteligencia artificial para procesamiento de datos e información brindada por los conductores.
Emprender con tecnología en Bolivia exige visión, paciencia y adaptabilidad. Validar rápido la idea, adaptarla al contexto local y mantener la resiliencia. Rodearse de un ecosistema sólido de aliados y pensar en escalar desde el inicio. En Bolivia, las barreras pueden parecer grandes (infraestructura limitada, regulación incipiente, poca cultura tecnológica) pero esas mismas limitaciones son oportunidades para liderar y crear soluciones pioneras. La clave está en adaptar la tecnología al contexto local, asegurando que sea accesible, financieramente viable y culturalmente aceptada.
Rodearse de un ecosistema sólido de aliados (emprendedores, empresas, instituciones y mentores) acelera el aprendizaje y multiplica el impacto. Y, sobre todo, mantener la resiliencia: en Bolivia, los cambios de contexto son rápidos, y la capacidad de pivotar con agilidad es lo que diferencia a un proyecto que sobrevive de uno que crece y lidera.
Finalmente, pensar siempre en escalar desde el inicio, construyendo un modelo que no solo funcione localmente, sino que pueda competir y generar valor en la región. Innovar en Bolivia implica resolver problemas reales con soluciones que sean viables técnica y económicamente desde el primer día.