Si bien los países de Sudamérica no están dentro de los top ten en los ranking mundiales de innovación y emprendimiento, hace menos de ocho años comenzaron a lanzar programas para empujar el ecosistema, apoyando startups de gran potencial, nuevos desarrollos y tecnologías. Brasil, Chile y Colombia están dentro de los que más han avanzando en la materia.


Hugo Kantis, autor principal del primer Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico ICSEd-Prodem, apoyado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), comenta que dos de cada tres programas públicos de fomento al emprendimiento dinámico de la región, han surgido en los últimos cinco años.
El impacto que tendrán estos esfuerzos es algo que podremos recién conocer en algunos años”, señala. Agrega que el programa de “capital semilla es el más generalizado en la región y que impacta más sobre la creación y supervivencia temprana”.
Mariano Amartino, director de Wayra Latinoamérica, indica que cada país ha puesto énfasis en ciertos ejes. Menciona que Colombia tiene como estrategia ser un “hub” de inversiones de Latinoamérica; Perú está fortaleciendo el ecosistema universitario; Chile está apostando por dar mayor solidez a sus programas; mientras que Argentina está potenciando su “tradición” emprendedora, donde ya ha tenido éxitos como MercadoLibre o Patagon.

La iniciativa, que aglutina los esfuerzos de fomento al emprendimiento e innovación, ha implicado, entre otras medidas, la simplificación del financiamiento a la inversión, aumento y mejor regulación para la innovación, entre otros puntos, explica Daniel Nogueira, jefe del Sector Comercial de la Embajada de Brasil en Chile.
El programa Start-Up Brasil, creado en 2013 por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, apoya empresas de base tecnológica. Entregan casi US$ 90 mil en becas para I+D por un año, capacitación, acceso a inversionistas, etc. Inovativa Brasil, en tanto, capacita y conecta negocios innovadores para firmas de hasta cinco años de operación. Y tienen el fondo de inversión Criatec, que entrega capital semilla a firmas emergentes.

Según el último reporte de la entidad a julio de este año, se han creado 18 nuevos instrumentos de cofinanciamiento para proyectos en etapas tempranas, han impulsado las incubadoras nacionales, que pasaron de 15 a 31 entidades a nivel nacional.
Con métricas comerciales claras, en poco más de dos años, han promovido más de 50 grupos de investigación para transferencia tecnológica, por ejemplo. También tienen el Fondo de Modernización e Innovación Empresarial INNpulsa Mipyme, que entrega recursos para que las micros, pequeñas y medianas empresas innoven.

Por ello, la iniciativa cuenta en su staff con incubadoras de negocios, mentores, universidades y empresas. Además, el programa entrega capital semilla para materializar los proyectos, convirtiéndolos en buenas oportunidades de negocios.
La primera convocatoria fue lanzada en junio de este año, a través de la cual apoyaron 23 empredimientos por un total de US$ 1 millón, lo que representa un cumplimiento del 50% de la meta para 2014. La segunda convocatoria está prevista para este mes.
El Plan Nacional de Diversificación Productiva (PNDP) del ministerio de Producción de Perú, proyecta que, a 2016 el Estado habrá apoyado 268 emprendimientos y fortalecerá con financiamiento unas 20 incubadoras a través del programa. En 2015, se inyectarán cerca de US$ 6 millones a Start-Up Perú.
El ecosistema argentino se ha construido a través de los años de tradición emprendedora, donde el Estado se ha dedicado a generar en su institucionalidad apoyo a las nuevas empresas, transformándose en semillero y posicionándose dentro del top 5 de los ecosistemas dentro de la región.
A través de la Secretaría PyMe, el Ministerio de Industria lanzó en febrero de este año el programa Incubar, que busca mejorar el desarrollo y crecimiento de firmas jóvenes a través del respaldo de incubadoras, de forma de potenciar el ecosistema emprendedor de ese país.
Los incubados acceden a Aportes No Reembolsables (ANR) de hasta US$ 18.733 para financiar sus proyectos de negocios; en tanto, las instituciones de apoyo emprendedor recibirán un máximo de US$ 375 mensual por 90 días, como reconocimiento de los gastos de incubación, además de capacitación gratuita en temáticas de desarrollo del plan de negocios, flujo de fondos, estudios de mercado, y comercialización.
El piloto del programa -que se puso en marcha en el último trimestre de 2013-, apoyó 39 emprendimientos con subsidios de US$ 10.241, promedio.
Entre los instrumentos que tiene Uruguay, destaca el Programa de Apoyo a Futuros Empresarios (PAFE), que impulsó en 2013 la Agencia Nacional de Investigación e Innovación con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el cual tiene por objetivo incrementar la inversión privada en actividades de innovación, y el apoyo a emprendimientos que apuesten por productos o servicios con valor agregado.
Con él, buscan «fortalecer la plataforma institucional y de capital emprendedor del ecosistema», explica Hugo Kantis, autor principal del primer Índice de Condiciones Sistémicas para el Emprendimiento Dinámico ICSEd-Prodem.
El programa aglutina una serie de iniciativas para ello, como un concurso de ideas y planes de negocio para emprendedores, entrega de recursos para la formación de incubadoras o espacios de innovación. También cuentan con el plan Softlandings Uruguay, para atraer emprendedores desde el exterior. Entrega hasta US$ 40 mil a aquellos proyectos de alto potencial que quieran utilizar al país como plataforma de negocios. Este año va en su segunda convocatoria.