
Quiero tener pasaporte, viajar al Polo norte, pasaje con su VISA, raspadillo de canela, anticucho mata pena, enterrarme en masitas…” son solo algunos deseos que la gente como canta el Papirri proyecta al adquirir cada una de las miniaturas que representan a los bienes tangibles e intangibles.
En Alasita todo es posible gracias a la creatividad e imaginación de los productores bolivianos que año tras año reflejan los deseos y sueños de la gente en miniaturas reales. “Es solo ver al plomero con su título de ingeniero, es solo ver a mi abuelo comprando 1000 dólares en 1 peso, es solo ver a la Hilaria con el camión que soñó en su infancia” sigue cantanto el Papirri pues son solo algunos sueños que simbólicamente se compran en las Alasita.

A saber: La ch’alla (entre Bs. 15 y 25), más la compra de una casa (entre Bs. 15 y 70), de un auto (entre Bs. 10 y 50), de un negocio (Bs. 20 a 50, dependiendo el tamaño y el modelo), de un título profesional (Bs. 15), de un anticucho (Bs. 10), el paso por el sector de repostería (cinco masas por Bs. 10), alguna suerte sin blanca (entre Bs. 1 y 10), tiro al blanco (Bs. 5), dulces (entre Bs. 1 y 5), tostados (Bs. 5) y refrescos (Bs. 2 a 5).
El monto calculado varía de acuerdo con la capacidad de gasto del comprador, más la salvedad de que alguno de los productos mencionados puede ser reemplazado por otros.
Un añadido importante es el hecho de que a las Alasita no se acostumbra ir solo, sino con la familia entera. Así, la estimación no tiene techo, cuando los niños se ven atraídos por las miniaturas y los juegos.
Según el economista Ricardo Baldivieso, en la zona de Noria Alta de la ciudad de Sucre donde las Alasita también tiene lugar, se estima que durante la feria de emprendimiento boliviano se realizan transacciones de entre 2 y 3 millones de dólares, sin contar gastos del desfile folclórico ni los emergentes de la compra de miniaturas.
Así se desarrolla la Alasita, el encuentro donde se aviva la tradición y la fe en el Dios de la abundancia, una celebración que continúa manteniendo vivas las esperanzas de la gente de a pie y los emprendedores que sueñan con un mañana mejor.
Mi pueblo no necesita de una isla de la fantasía donde se cumpla sus sueños para eso está Alasita” finaliza el Papirri.
Viernes 24 de enero de 2016
Parque Urbano Central
Ciudad de La Paz, Bolivia
Por Verónica Cayoja Mita
Lic. en Comunicación Social
Twitter: @cayojavioleta