Un camino digital para el desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe

Bolivia Emprende / Diciembre 07, 2022

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El acelerado avance de las tecnologías digitales y la creciente transversalidad de sus aplicaciones han impulsado procesos de transformación a escala mundial que están repercutiendo en el conjunto de la economía y la sociedad. La pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) marcó un punto de inflexión en la intensidad de uso de las soluciones digitales, que se constituyeron en una herramienta fundamental para la continuidad de las actividades sociales y productivas frente a las restricciones de presencialidad y movilidad que se establecieron durante la emergencia sanitaria.

La mayor adopción de tecnologías digitales, especialmente las más avanzadas asociadas al uso intensivo de datos y soluciones inteligentes, está generando disrupciones en los modelos de consumo, de negocios y de producción, que habilitan nuevas formas de creación de valor con potenciales efectos en el bienestar de las personas, la competitividad de la economía y el cuidado del medioambiente. En la actualidad, la digitalización se considera un instrumento clave para la transición hacia un nuevo modelo de desarrollo más inclusivo y sostenible. Sin embargo, los países de América Latina y el Caribe aún enfrentan una serie de retos estructurales que dificultan la adopción efectiva de las tecnologías digitales. Para avanzar hacia una transformación digital inclusiva y sostenible son necesarias medidas y acciones que se abordan a lo largo de este documento.

Las múltiples dimensiones de la transformación digital

La revolución digital está dando origen a una nueva era, caracterizada por la transformación de los modelos de consumo, de negocio y de producción, como consecuencia de la adopción combinada de tecnologías digitales avanzadas, las redes móviles de quinta generación (5G), la Internet de las cosas (IoT), la computación en la nube, la inteligencia artificial, el análisis de macrodatos y la robótica, entre otras. En la actualidad, se está transitando de una sociedad hiperconectada a un mundo digitalizado en las dimensiones económica y social, en el que las modalidades organizativas, productivas y de gobernanza de la economía tradicional conviven con los modelos de negocios, de producción y de gobernanza que surgen del nuevo paradigma tecnológico y adoptan sus innovaciones.

En este contexto, comienza a consolidarse un nuevo sistema digitalmente entrelazado en el que se integran e interactúan modelos de ambos mundos, dando lugar a ecosistemas complejos que se encuentran en proceso de adecuación organizativa, institucional y normativa, y en el que los datos digitales, creados por personas y máquinas, adquieren un rol estratégico como fuente de creación de valor económico, social y ambiental (CEPAL, 2018).

Esta dinámica evoluciona al ritmo de los adelantos tecnológicos. Es un proceso sinérgico, en el que los avances en un ámbito condicionan cambios en otro, y sistémico, por sus repercusiones en la sociedad, la producción y el Gobierno, así como por su potencial de aumentar el bienestar, la productividad y la sostenibilidad ambiental. Tres dimensiones se distinguen en este proceso:

  • Economía conectada: corresponde al despliegue de infraestructura digital (redes de Internet de banda ancha fija y móvil, puntos de intercambio de tráfico, centros de datos y demás) y la masificación de dispositivos de acceso (computadoras de escritorio o portátiles, tabletas y teléfonos inteligentes). A esto se suman redes de sensores que marcan el aumento de la conexión de las personas a las máquinas mediante Internet de las cosas.
  • Economía digital: es aquella parte de la producción económica basada en modelos de negocios habilitados por tecnologías digitales (Bukht y Heeks, 2017). Estos modelos de plataformas digitales propician la generación y recopilación de datos para ofrecer nuevas propuestas de valor en la oferta de bienes y servicios en diversos sectores económicos.
  • Economía digitalizada: se trata de la transformación de los modelos de negocios y producción de las empresas de sectores tradicionales en sistemas inteligentes conectados, gracias a la adopción de tecnologías avanzadas, como las redes móviles de quinta generación (5G), Internet de las cosas, la computación en la nube, la inteligencia artificial, la realidad virtual y aumentada, el análisis de macrodatos y la robótica cognitiva. El objetivo es incrementar la competitividad, productividad y sostenibilidad de las operaciones.

Creación de valor y competitividad en la era digital

La digitalización genera nuevas formas de creación de valor con el potencial de aumentar la competitividad, la productividad, el bienestar social y la sostenibilidad ambiental. Dicha creación de valor se basa en el conocimiento generado a partir de los datos digitales extraídos de los procesos de producción y consumo por medio de sistemas inteligentes basados en tecnologías digitales avanzadas. Esto está gestando una cuarta era industrial (Industria 4.0), caracterizada por la digitalización del conjunto de los sectores de la economía.

En la medida en que el uso de estas tecnologías se intensifique en los distintos sectores productivos, los modelos de negocios y de producción tradicionales se transformarán en modelos de la Industria 4.0. En este contexto, los modelos de negocios basados en datos y sistemas de plataformas de software se fusionan con los mecanismos de operación y producción tradicionales. Como resultado, toda la cadena de producción —incluidos el desarrollo de productos y los activos de fabricación y de distribución— queda integrada mediante continuos flujos autónomos de datos e información que desencadenan decisiones y acciones, con lo que se habilitan procesos más inteligentes y flexibles (véase el diagrama I.2).

Esta transformación no solo permite optimizar los procesos, sino que también implica la reconfiguración de las cadenas y la transformación de los productos y servicios. Así, la incorporación de tecnologías digitales posibilita la generación de valor a nivel de los productos y de los procesos de fabricación y de gestión del negocio, lo que se traduce en un aumento de la satisfacción de los consumidores, ganancias de productividad y operaciones más sostenibles.

La creciente relevancia de la digitalización en la economía global

En la actualidad, la datificación de la economía es evidente. Entre 2011 y 2021, la penetración de Internet se duplicó y alcanzó al 63% de la población mundial, con 4.900 millones de usuarios del servicio. En ese período, la cantidad de dispositivos de Internet de las cosas conectados aumentó 11 veces y llegó a 12.200 millones de dispositivos, en tanto que el volumen de datos creados y consumidos se multiplicó por 16 al pasar de 5 a 80 zettabytes (véase el gráfico I.1). Tan solo en 2020, el volumen de datos aumentó un 57%, debido al mayor uso de soluciones en línea para trabajar, estudiar, entretenerse o comunicarse en el contexto de la pandemia de COVID-19. Para 2025, se estima que habrán 79,4 zettabytes de datos creados solo por dispositivos de Internet de las cosas, que ese año superarán los 55.000 millones (IDC, 2019).

La expansión digital parece inmune a los efectos de las fluctuaciones y crisis económicas. En más de una década, su ritmo de crecimiento ha sido acelerado y continuo, a diferencia de las variables tradicionales del desempeño económico, como la inversión extranjera directa o el comercio internacional, cuyos flujos han experimento una notoria variabilidad. Esta dinámica de crecimiento ha favorecido el surgimiento de actores que han adquirido una preponderancia inusitada en el conjunto de la economía.

En la actualidad, las grandes empresas tecnológicas, como Apple, Microsoft, Alphabet (cuya principal subsidiaria es Google), Amazon y Meta (matriz de Facebook, Instagram, WhatsApp y otras subsidiarias), se encuentran entre las empresas más valiosas del mundo en términos de capitalización de mercado. A marzo de 2022, la industria digital en el mundo alcanzó un valor superior a los 25 billones de dólares y llegó a representar más de un cuarto de la economía mundial (27%). Esta valorización implica un crecimiento del 330% entre 2010 y 2022, cuatro veces superior al crecimiento de las industrias tradicionales en términos de valor de mercado de sus empresas (véase el gráfico I.2).

El fuerte impulso de la industria digital se explica, en gran medida, por el crecimiento explosivo de las plataformas de comercio electrónico y de servicios de Internet y software durante el período mencionado, cuando su valorización aumentó más del 1.400% y del 945%, respectivamente. Los segmentos de software y de hardware crecieron un 440% y un 390%, respectivamente, en tanto que el segmento de las telecomunicaciones fue el que registró la menor expansión, con un 103% (véase el gráfico I.2).

Esta creciente valorización coincide con el intenso consumo de productos y servicios en línea ofrecidos
por empresas de la economía digital. Algunos datos que reflejan esta situación son:

  • En abril de 2022, en el mundo se destinaba un promedio de siete horas diarias al uso de Internet por persona, principalmente para la búsqueda de información y noticias, el uso de redes sociales y servicios de mensajería para la comunicación con familiares y amigos, la emisión en directo (streaming) de música y videos, las compras en línea, las actividades relacionadas con educación y trabajo, la gestión financiera y los juegos en línea. En la actualidad, el 80% de la población de Europa, América del Norte y América Latina y el Caribe es usuaria de redes sociales, y esta cifra asciende al 59% en el caso de la población mundial (el doble de lo registrado en 2015).
  • A fines de 2022, el 21% de las ventas del comercio minorista se realizarían en línea, y cerca del 60% de los usuarios de Internet comprarían bienes o servicios por canales de comercio electrónico (Statista, 2022a).
  • En 2021, el 64% de los consumidores utilizó alguna herramienta de tecnología financiera (fintech), principalmente para transferencias de dinero y pagos.
  • En la actualidad, más del 80% de los profesionales declara utilizar diariamente una combinación de correo electrónico, servicios de mensajería, videollamadas, software de oficina y soluciones colaborativas.
  • En el primer trimestre de 2022, se realizaron 37.000 millones de descargas de aplicaciones móviles (Data.ai, 2022).

Transformación digital del sector productivo

Como se analizó en los capítulos anteriores, la digitalización de la economía y la sociedad adquiere cada vez más relevancia como factor de desarrollo económico y social. La transformación digital se hace evidente en América Latina y el Caribe, al igual que en el resto del mundo, en la medida que los segmentos digitales incrementan su relevancia en el conjunto de la economía.

En particular, la pandemia impulsó con fuerza la utilización de canales en línea, lo que se tradujo en una significativa expansión de las plataformas digitales. En términos de valor de mercado, la industria digital de la región alcanzó los 221.000 millones de dólares en marzo de 2022, lo que representa cerca del 11% del total de las 500 empresas con valor de mercado más elevado. Entre 2010 y 2022, ese valor registró un crecimiento del 14%, aunque más modesto que el de la industria digital mundial (329%), lo que resulta significativo en un contexto en que los sectores tradicionales mostraron una caída del 29% en el mismo período. El mayor peso de la economía digital se atribuye a la intensa expansión de las plataformas de comercio electrónico y de servicios de Internet, que crecieron a tasas del 248% y el 200% entre marzo de 2019 y marzo de 2022 (véase el gráfico III.2).

Innovación y emprendimiento: la base de la economía digital

Los emprendimientos basados en tecnologías avanzadas son un motor fundamental del desarrollo digital. En la última década, estos han aumentado significativamente en la región: por cada diez empresas emergentes (startup), casi nueve de ellas se basan en tecnologías digitales o pertenecen al sector (86%). La mayor parte de las empresas emergentes digitales se concentran en el Brasil (57%) y México (13%) (CEPAL, 2022). A nivel regional, estos emprendimientos se focalizan principalmente en los segmentos de tecnologías de la información y software, con un 22% del total. Se destaca el surgimiento de innovaciones ligadas a soluciones de inteligencia artificial (7%), así como relacionadas con tecnologías de servicios financieros (fintech), de educación (educatech) y de agricultura (agritech).

La pandemia, que causó inestabilidad de la demanda y menor financiamiento a emprendimientos en etapa semilla, impactó negativamente en el surgimiento de empresas emergentes digitales (con una caída del 73% en los nuevos emprendimientos entre 2019 y 2021). A pesar de ello, en la primera mitad de 2021, las empresas emergentes atrajeron cerca de 7.200 millones de dólares en inversiones de capital, triplicando con creces los valores de años anteriores. Una parte importante se asignó a emprendimientos en fases tempranas de desarrollo.

Sin embargo, los aportes más voluminosos se destinaron a emprendimientos más maduros, lo que impulsó el surgimiento de empresas unicornio. A julio de 2022, se contabilizaban 34 empresas unicornio con un valor de mercado de 106.000 millones de dólares, focalizadas en los segmentos de fintech (57%), plataformas de comercio electrónico y soluciones relacionadas (24%), logística y cadenas de suministro (10%), e inteligencia artificial, gestión de datos y ciberseguridad (5%) (véase el gráfico III.3). A pesar de estos avances, América Latina y el Caribe aún se encuentra rezagada respecto a otras regiones y países más cercanos a la frontera tecnológica (véase el gráfico III.4). 

En la región, los emprendimientos de fintech y de comercio electrónico están jugando un papel relevante en materia de inclusión. En 2021, el 73% de las personas logró tener algún tipo de cuenta financiera, lo que representa el mayor avance entre las regiones del mundo en desarrollo. Esto gracias a la transformación que ha permitido que las personas realicen y reciban pagos, concreten préstamos y gestionen sus ahorros en forma digital. Además, el 40% de las personas realizaron pagos digitales a comercios minoristas (14% por primera vez durante la pandemia) y un 24% recibió una transferencia de su Gobierno en su cuenta (Demirgüç-Kunt y otros, 2022). Por otra parte, las plataformas de comercio electrónico han habilitado el acceso a mercados y promovido la digitalización de las microempresas y pequeñas y medianas empresas (mipymes). Por ejemplo, la cantidad de nuevos vendedores activos en MercadoLibre.com pasó de registrar un incremento mensual de 2% en el período previo a la pandemia a uno del 24% durante los meses posteriores al inicio de la crisis sanitaria en marzo de 2020. A fines de 2021, alrededor de 500.000 pymes vendían a través de esta plataforma digital (Mercado Libre, 2021).

El futuro del mercado laboral

Como se ha señalado, el acelerado proceso de transformación digital abre oportunidades para la creación de nuevos productos y servicios, mejoras de productividad y generación de riqueza y nuevos puestos de trabajo. Sin embargo, estos cambios también pueden tener repercusiones negativas en el mercado laboral, tanto en el ámbito formal como en el informal, lo que suscita cada vez más preocupación entre los encargados de formular políticas. De hecho, en paralelo a la creación de nuevos empleos, la revolución digital está alterando la estructura de la ocupación y el empleo, y, con ello, la transformación y destrucción de puestos de trabajo (véase el diagrama III.1). 

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