
“Además de nutrir los conocimientos de los productores, este Congreso también pudo evidenciar lo que necesitan los productores para aumentar su producción con enfoque de sostenibilidad. Y en este camino, la biotecnología es una herramienta fundamental”, aseveró al cierre del evento, Jaime Hernández, gerente general de la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo (Anapo).
Después de dos años, la mayor cita científica y tecnológica de los productores de soya bolivianos, fue -indica el gerente- una muestra el esfuerzo que sigue haciendo el sector productivo, “a pesar de todas las adversidades” para innovar e introducir prácticas agrícolas sostenibles, “porque eso es lo que realmente dará sostenibilidad a la producción no solo de soya, sino también de maíz, girasol, trigo, chía y sorgo”. Junto a esos cultivos, la soya representa la más importante cadena productiva del país, con más de seis millones de toneladas de producción al año.

“Si tomamos los tiempos que implica validar la genética de este evento biotecnológico, hacer la multiplicación de semilla y otros, creemos que muy posiblemente ya en 2027-2028 estaremos con una producción comercial con esta semilla genéticamente mejorada”, explicó Hernández. Esto quiere decir que los productores de soya bolivianos están frente a una etapa de mayor productividad y, por ello, los conocimientos que deja el VI Congreso Internacional de la Soya son aún más relevantes.
Superar el desafío y convertirlo en la oportunidad que puede significar una salida real a la crisis económica del país demanda un pacto productivo por la soberanía alimentaria, aseveró el gerente. Este consenso, indica, deberá hacer énfasis en la liberación de exportaciones, seguridad jurídica de la tierra y acceso a innovaciones tecnológicas que permitan sostener la competitividad del agro boliviano.
En el marco del cierre del congreso, el gerente general de Anapo también dejó en evidencia que el éxito de la próxima campaña dependerá tanto de la provisión oportuna de insumos y diésel, como de la rápida incorporación de herramientas tecnológicas que ya utilizan países vecinos, como la biotecnología moderna con semilla genéticamente mejorada.