Entre 2017 y 2025, el banco logró incrementar rendimientos agrícolas en 30% y reducir costos en 15%.
El Banco de Desarrollo Productivo (BDP) consolida su rol como eje transformador del sector productivo boliviano mediante una estrategia que combina créditos accesibles y asistencia técnica especializada.
Hasta febrero de 2025, más de 103.409 productores en los nueve departamentos del país han sido beneficiados con programas que mejoran la calidad y eficiencia de sus productos, además que fortalecen su capacidad de adaptación a desafíos como el cambio climático y la volatilidad de mercados.
Ariel Zabala, gerente general del BDP, destacó que el modelo integral del banco permitió a pequeños y medianos productores de sectores clave como alimentos, cuero, metalmecánica y frutos amazónicos incrementar sus rendimientos hasta en un 30% en agricultura, mientras reducen costos operativos en un 15% gracias a tecnologías eficientes.
En el área manufacturera, la adopción de herramientas digitales, como sistemas de patronaje, ha elevado la calidad y volumen de producción.
Desde 2016, el BDP ha brindado asistencia técnica especializada a 50.093 productores, enfocada en innovación, manejo de plagas, resiliencia climática y fortalecimiento organizacional. Paralelamente, entre 2017 y 2025, 53.316 productores participaron en talleres de asistencia genérica, que promueven inclusión financiera, cultura de pago y gestión empresarial.
“Nuestro compromiso va más allá del financiamiento; buscamos transformar la realidad productiva con herramientas que generan valor sostenible”, afirmó Zabala.
Este enfoque logró, además, mantener niveles bajos de mora entre los beneficiarios, gracias a la promoción de “una cultura de inversión responsable”.
El banco integra plataformas como BDP Te Presta para democratizar el acceso a servicios financieros digitales, mientras capacita en sistemas de alerta temprana ante fenómenos climáticos extremos.
Estas acciones se complementan con políticas públicas destinadas a dinamizar cadenas productivas estratégicas, especialmente en regiones amazónicas, donde el manejo sostenible de frutos nativos ha abierto mercados locales e internacionales.